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>>Poner límites: el miedo a las consecuencias

poner límites

Se habla mucho de poner límites, pero se explica mal y se entiende peor. Por eso, a muchas personas les resulta tan difícil salir del bucle "sé que debo poner un límite- no sé como hacerlo - no sé sostenerlo".


¿Por qué nos cuesta poner límites? Pues nos cuesta por dos motivos, principalmente:


1- Confundimos límites con amenazas

2- Nos da miedo lo que creemos que ocurrirá tras poner ese límite. Lo que viene luego.



Déjame que te cuente por qué poner límites te cuesta tantísimo, qué creencias los mantienen bloqueados, especialmente el miedo a no saber sostener lo que venga después, y cómo empezar a liberarte de ese peso.


Porque poner un límite no es una cuestión de técnica. Es trabajar la mente, la gestión del miedo y el valor que te das.



Poner un límite es una forma de autocuidado. Porque el límite no se pone contra el otro, se pone a favor de ti.


¿Qué significa realmente “poner límites”?

 

Poner un límite NO es levantar un muro entre tú y el otro. Es ponerle un tope a tu exceso de tolerancia, en realidad.


Muchísimas personas confunden el límite con un acto de censura o control: “si le pongo un límite, lo estoy coartando”.

Nada más lejos.

poner límites

Poner un límite no va de decirle al otro lo que puede o no puede hacer. Va de decirte a ti misma/o hasta dónde estás dispuesta a llegar y qué harás si esa línea se cruza.


Por ejemplo:


  • No estás prohibiendo a nadie que te hable mal. Estás decidiendo que, si lo hace, no seguirás con la conversación.


  • No estás obligando a tu jefe a no llamarte fuera del horario. Estás informando de que, si lo hace, no atenderás esas llamadas.






Poner límites no es una medida coercitiva hacia los demás, sino hacia ti.


Es decirte: “de esa línea no puedo pasar sin dañarme”. Es una forma de autocuidado. Porque el límite no se pone contra el otro, se pone a favor de ti.


Además, el límite no termina en la palabra. No basta con decir “esto no me gusta” o “no quiero esto”. Todo límite real necesita un acto que lo respalde.

Esa segunda parte - la consecuencia - es la que da coherencia y credibilidad a tus palabras.


Por eso, un límite claro suele tener esta estructura:

“Cuando hagas X, yo haré Y.”


Ejemplo:

“Si levantas la voz, acabaré aquí la conversación”.“Cuando no respetes mis horarios, no podré atenderte.”


Por supuesto, luego debes cumplir con lo que has dicho que harías, que es, por lo general, lo que más cuesta.


Porque un límite es, sobre todo, un compromiso contigo: de no permitir que tu paciencia infinita se convierta en tu propia trampa.



limites amenazas

La diferencia entre límites y amenazas


La creencia de que "poner límites es amenazar" es tremendamente habitual.


Cada vez que enseño a mis clientes a comunicar límites surge esta inquietud: "pero entonces, si digo esto... le estoy amenazando, ¿no?" "¿no suena como a amenaza?


NO, no no y NOOOOO.





Te cuento aquí, brevemente, las diferencias básicas entre límites y amenazas.


  1. Un límite sirve para establecer pautas claras, las reglas del juego y busca el respeto y la cooperación.


  2. Una amenaza busca el control de otra persona mediante el miedo y la inseguridad. No busca la cooperación sino intimidar.


  3. Una amenaza anuncia un daño físico o emocional, un castigo o un perjuicio grave para la vida de la otra persona.


  4. Los límites se ponen y se sostienen desde la calma y la regulación emocional y buscan la seguridad, no el terror.



me cuesta poner limites


¿Por qué te cuesta tanto poner límites?


Por lo que he visto entre mis clientes a lo largo de los años, son varios los bloqueos que te impiden expresar los límites de manera natural. Estos son los más habituales que, además, suelen darse al mismo tiempo.


  1. No saber qué decir y cómo decirlo. 

    En general las personas no saben expresar un límite: o bien dan demasiadas explicaciones, o alargan la conversación; o bien no hay claridad en la consecuencia o se hace desde un lugar incorrecto.

    Resultado: terminan agotadas y sin saber seguro si el mensaje quedó claro.


  2. Miedo al conflicto.

    Te da terror y te agobia que la otra persona se enfade, se lo tome mal o cambie la relación (cuando, en realidad, lo que buscamos cuando decimos "basta" es un cambio, precisamente). Esta anticipación de reacciones negativas genera tanto malestar que lleva a evitar conversaciones necesarias.


  3. Perfeccionismo de las relaciones.

    La idea de que hay que hacerlo todo perfecto y que si sale mal, ya está todo perdido.

    Como no me canso de decir: la comunicación es un hábito, se mejora únicamente practicando. Y sí, puede que la primera vez no te salga bien. Claro. Pero siempre puedes rectificar, corregir, reformular...

    No, no tienes solo UNA oportunidad. Esto no es el rosco de Pasapalabra.


  4. Miedo a las consecuencias

    Este es el miedo que te paraliza cuando piensas en las consecuencias de poner límites. El pensar que no vamos a poder sostener lo que vendrá luego.

    Vamos a dedicarle un apartado entero 👇


Todo límite real necesita un acto que lo respalde. Esa segunda parte - la consecuencia - es la que da coherencia y credibilidad a tus palabras.


miedo a poner limites


El meollo: el miedo a no poder con lo que viene después


Este es el miedo que te paraliza cuando piensas en las consecuencias de poner límites.

Lo que temen la mayoría de personas, no es tanto la acción de decir “me molesta esto” o "no quiero más esto otro", sino creer que no sabrán llevar lo que ocurrirá después.


¿Y qué es eso que, supuestamente, ocurrirá? En su mente es siempre LO PEOR:

el fin de la relación; el rechazo; que el entorno deje de apoyarlas; que se dé un cambio demasiado grande; el fin del buen rollo; quedar como una persona horrible y que nos dejen de querer...



Ejemplo real


Una clienta tenía terror a poner un límite a una compañera de trabajo porque creía que, si lo hacía, todas las compañeras le harían el vacío y terminaría perdiendo el empleo. No era fantasía para ella, su mente lo vivía como real. El miedo era real.




Y es que el miedo se alimenta de creencias como:

  • “Si digo lo que pienso, destruiré la relación.”

  • “Si me enfado con alguien importante, nunca me lo perdonará.”

  • “Si digo "no" pensará que soy egoísta"


Si tú realmente crees todas estas cosas, se va a hacer muy difícil que tengas esa conversación incómoda.

Pese a saber que tienes razón. Pese a saber que lo que pides es justo. Pese a repetirla mil veces en tu cabeza.


Por eso, como digo siempre, es fundamental trabajar ese tipo de creencias que te encierran.


Un límite es un compromiso contigo: el de no permitir que tu paciencia infinita se convierta en tu propia trampa.


¿Qué pasa si nunca pones límites?


Ay amiga/o... ¿qué te voy a contar que no hayas sentido infinitas veces ya?


Pues, como ya sabes porque ya lo has experimentado:


no se poner limites

  • Tu autoestima sufre, porque sientes que los demás te pueden, que no tienes autoridad, que lo que tú sientes o lo que tú quieres, no importa.


  • Pierdes oportunidades profesionales o personales: te comprometes con cosas que no quieres hacer, no dices "no" a aquello que no te interesa; permites que los demás decidan por ti...


  • Sientes ansiedad, resentimiento, agotamiento por cargar con expectativas que no te pertenecen. Por permitir lo que no deberías. Por no "defenderte".


  • Tu relación contigo se erosiona, porque dejas de ocuparte de lo que necesitas. Priorizas a los demás y te abandonas.




Cómo sostener lo que viene luego


No hay fórmulas universales para esto, las cosas como son. Porque cada persona es diferente y necesita trabajar sus propias creencias.


Sin embargo, sí quiero que tengas algunas pautas que, como premisas, te pueden ayudar.

como poner limites

  • Define de antemano qué repercusiones estás dispuesta/o a enfrentar si aplicas y sostienes tu límite (y que sean reales, no monstruos mentales).


  • Ensaya distintos escenarios: ¿qué harías si la persona se enfadara, te ignorara, te cuestionara? No porque vayan a ocurrir, ojo, sino para que mires de frente ese miedo tan grande que te aprieta el pecho. Hazlo por escrito, te ayudará a darte cuenta de muchas cosas.


  • Comienza con límites pequeños, en situaciones de bajo riesgo, para ir acumulando experiencia y confianza.


  • Acepta la incomodidad. Vas a sentirte mal al principio, porque hacer las cosas de otra manera se siente incómodo, muchas veces. Los cambios, las transformaciones generan incomodidad, y es normal, al principio, sentir culpa o incertidumbre.

    Es parte del proceso, pero NO es el final.



En resumen


Poner límites no es un acto de rebeldía ni de ego, es un acto de autoprotección y de coherencia. Y los límites no tienen como objetivo amenazar a nadie sino recordarte, a ti, que tu paciencia, tu tolerancia, debe tener un final porque no tenerlo te está costando caro.


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El gran bloqueo que muchas sienten es el miedo a no poder sostener lo que viene después. Y ese miedo se puede trabajar, con acompañamiento profesional y con amabilidad


Si este tema te resuena, si sientes que has evitado poner límites por este miedo a las consecuencias me encantará que me contactes y trabajar contigo.

 
 
 

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